LA CURIOSIDAD NO MATÓ AL GATO
Dice el proverbio que la curiosidad mató al gato, pero también derivaciones posteriores añaden que “la satisfacción lo trajo de vuelta”. Está claro que la curiosidad en exceso puede resultar peligrosa, pero la falta de curiosidad lleva a menudo a la falta de interés.
De las distintas acepciones que la palabra “curioso”
puede tener, la que a mí me interesa destacar aquí es la segunda reconocida por
la rae: “inclinado a aprender lo que no conoce”.
A menudo escucho a gente decir que no tiene interés por
aprender, que no está motivado por aprender o incluso que ya no tiene más que
aprender. El afán de superarse a sí mism@ no tiene por qué ser una
característica o cualidad universal, pero la carencia de interés por aprender,
por sentir curiosidad por las cosas suele llevar consigo una falta de ganas de absorber información, experiencias nuevas y, por ende, de superarse o
progresar.
Mi hijo pequeño me sorprendió el otro día con una doble
pregunta, si acaso, retórica. Me dijo que llevaba un tiempo pensando que en
realidad había muchas preguntas sin respuesta y que, posiblemente, entonces
también habría muchas respuestas sin pregunta. Seguramente no era plenamente
consciente de la profundidad de su pregunta y de la dificultad de resolver
semejante cuestión.
La curiosidad, en su segunda acepción, a saber, la
inclinación por aprender lo que no se conoce, es en mi opinión un elemento
fundamental en el aprendizaje en general y en particular en el judo. Esta
curiosidad no conoce límites, como en el fondo parecía que era lo que estaba
detrás del pensamiento de mi hijo.
En el judo la progresión de l@s alumn@s se ve cuando,
aparte del esfuerzo, a menudo realizan más preguntas y este interés no para de
crecer. El interés por experimentar, probar cosas nuevas, trabajar en cómo
defender o atacar estrategias de l@s rivales, mejorar la ejecución de nuestras
técnicas, conocer el pasado y el presente del judo en todos sus niveles… en
definitiva, sentir curiosidad por conocer más y más de nuestra arte marcial
suele resultar en una mejora sustancial.
El posiblemente mejor ajedrecista de la historia, Magnus Carlsen, es conocido aparte de por su calidad y
precocidad, por sus extravagancias durante sus partidas. Sin embargo,
acostumbra realizar reflexiones muy directas y de una lucidez extrema. En una
entrevista explicaba un consejo que recibió cuando era muy joven y ya destacaba
a nivel mundial. Dicho consejo venía a decir que, por muy buena y exitosa que
fuera la jugada que hacía, si solo hacía esa misma jugada y no exploraba, nunca llegaría a aprender. Según él, esa ansia y curiosidad por
descubrir ha sido crucial en su carrera.
Y es que, en definitiva, la curiosidad probablemente no
mate al gato.
M. Mallo
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