LA PRECOCIDAD NO GARANTIZA EL ÉXITO
¿Cómo manejar la precocidad de algun@s de nuestr@s alumn@s? Y sobre todo: ¿de qué precocidad hablamos? ¿técnica, táctica, madurez, carácter despierto, confianza, fuerza, coordinación, rapidez, reconocimiento de espacios…?
El adjetivo precoz se aplica a “una persona que desarrolla algunas cualidades
o capacidades antes de los normal”.
En edades tempranas, cuando un o
una judoka es aventajad@ o precoz en alguna habilidad, suele ocurrir que la
diferencia con l@s demás niñ@s es, en dicha capacidad, muy grande y los efectos
son inmediatos: le resulta muy fácil proyectar a l@s demás y, por tanto, en el
ámbito de un torneo o combates en clase, gana con facilidad.
No creo que no haya un sensei
al que, consciente o inconscientemente, no se le hayan iluminado los ojos y
haya tenido este pensamiento: precocidad = talento innato = futura estrella. Y
esto mismo nos pasa a l@s progenitor@s si es nuestr@ hij@ la persona
supuestamente agraciada con semejante billete ganador de lotería.
Pero esto no es una simple suma matemática.
Personalmente, he visto muchos
casos de precocidad en el judo y, quizás me equivoque haciendo memoria, pero
una gran cantidad de estos no han acabado cumpliendo esas expectativas. Porque
posiblemente uno de los problemas es que se crean unas expectativas no
adecuadas ni a la edad, ni incluso a la realidad del niño precoz. O que,
simplemente, ser precoz no implica necesariamente que en el futuro vayamos a
ser (tan) buen@s.
Crear falsas expectativas (o
demasiadas o demasiado tempranas) es, a mi ver, uno de los peores errores que
se puede cometer como sensei – ver la “Prudencia” en la reflexión Las
4 virtudes cardinales.
Con ello, no quiero
decir que la precocidad lleve inevitablemente a unas expectativas alejadas de
la realidad. Pero a veces parece que, por ejemplo, tod@ niñ@ fuerte físicamente
puede ser un/a buen/a judoka y nos olvidamos de otras cuestiones: la
coordinación, si es fuerte en desplazamiento o en estático, si mentalmente es
tan fuerte como físicamente, entorno, etc.
Reza el
dicho gallego porcos, bestas e demos, grandes: sexa porco, sexa besta, sexa
o demo maior, canto máis grande millor (“11.000
Refranes Gallegos”, 1952, por Francisco
Vázquez Saco)
Esta y otras expresiones
populares enaltecen o critican a aquell@s que piensan que la cantidad o mayores
dimensiones lo son todo. Pero no todo es “burro
grande, ande o no ande”.
Y ser buen@s judokas, sea como
competidor@s o no, es una carrera de gran fondo, no de éxitos inmediatos y
donde muchos factores, aparte de la precocidad en algún caso, son importantes.
¿Cuánt@s deportistas precoces
famos@s se quedan por el camino, en ocasiones víctimas de la presión de las
expectativas?
Ser prometedor@s, aventajad@s, en
definitiva, precoces, no es sinónimo ni de éxito futuro e incluso ni del
inmediato. La presión prematura, sea impuesta o autoimpuesta, ante el talento
prematuro es contraproducente. Mi tarea, en tanto que sensei, es tratar
de gestionar lo mejor posible su precocidad, para que pueda sacarle partido de
la manera más natural posible.
Este razonamiento se puede
aplicar al caso contrario: a l@s judokas que no son precoces o incluso a
aquell@s que al principio muestran más dificultades que l@s compañer@s.
Numerosos son los casos de famos@s que han despuntado en edad tardía. Y hay que
saber gestionar también estos casos para ayudarles a mejorar igualmente de la
manera más natural posible.
En The Mule,
de Clint Eastwood,
una de las protagonistas afirma en una magnífica escena de la película que no
es que la otra persona fuera mala, sino que era “de florecimiento tardío”.
En el fondo, la cuestión es muy
simple, pero de gestión compleja: se trata de intentar lidiar con estos
perfiles de judoka, y otros muchos, y adaptar los objetivos pensando a corto,
medio y largo plazo… y siempre priorizando lo que es mejor para el o la judoka.
M. Mallo
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